el subte estaba casi perfecto esa mañana. Poca gente, mas relajada y menos apurada.
En particular esa mañana todo invitaba. Clima fresco pero no frío, sol, y él vestido muy cómodo, con jean, remera y su morral.
Salió de Carabobo sentado en esos asientos de 3, al final del vagón.
Ella subió en Primera Junta, y se sentó junto a él, haciendo que ese asiento para 3, se convirtiera en uno de 2, pero mas confortable.
Vestido verde oscuro, con lunares claros pero sólo en la parte de arriba, sandalias y algo de bijou (tiempo después él le diría que esa mañana, ella tenia aspecto de estudiante de historia del arte, en su primer día de clase)
Se sentó y él la observó sutilmente con la sutileza e indiferencia acorde a estos casos (tiempo después ella se reiría diciéndole que el fue capaz hasta de fingir un bostezo)
El punto de partida podría ser el libro que él tenia abierto en sus manos (tiempo después el le confesaría que “Los vagabundos del Dharma” fue el libro mas decepcionante de Kerouac que había leído).
El tiempo y las estaciones corrían, y sabiendo que tranquilamente ella podía bajarse en la próxima, el acercamiento no podía demorarse más que lo suficiente (tiempo después ella le diría que tomó ese subte en ese horario como una mera rareza, ya que habitualmente caminaba unas cuadras mas y tomaba el colectivo 2, mas temprano)
Ella amagó ponerse el reproductor de mp3, pero a último momento se detuvo, y simplemente lo dejó envuelto sobre sus rodillas.
El comenzó a recorrerla con la mirada mas detenidamente desde sus pies, deteniéndose brevemente en un pequeño tatuaje tribal que descansaba en su pantorrilla (tiempo después, acostados en el dormitorio del PH de San Telmo, ella se reiría ante la confesión de él, que creyó que se trataba de una minúscula calaverita).
Era realmente hermosa, esa hermosura que sorprende y hace inentendible que él sea el único en aquel subte que estuviera embobado y no pudiera sacarle los ojos de encima. Ningún otro hombre/mujer lo notaba?! (estaba “encantado” le diría él, tiempo después, recordando ambos ese momento, un miércoles en La Giralda, apurando un cappuccino otoñal)
Ya estaban por Pasco, y no había que tentar la suerte. Cerró su libro (tiempo después, tirados en la arena, ella le contó que pensó que se iba a bajar), y la miró fijo pero con un toque casual
- Hola. Disculpame, pero……..me pareces hermosa
Ella lo miró, pero no dijo nada. No se sonrojó pero el notó que sus ojos se abrieron un poco mas.
- Nada, no quiero incomodarte, simplemente necesitaba decírtelo
- Bueno, gracias.
- Y me gustaría invitarte a tomar algo, cuando quieras. Ahora por ejemplo.
- Te agradezco, pero no.
Él palideció.
- uh…….no ? por qué ?
- Porque no, y además ya me bajo.- y comenzó a levantarse y dirigirse a la puerta, en el momento que llegaban a Congreso.- Gracias igual.
- No, esperá… - estuvo a punto de agarrarle un brazo, pero afortunadamente se detuvo. Igual, todo su cuerpo transmitía desesperación.
Ella se paró contra las puertas, justo cuando estas se abrieron.
El llegó a levantarse, pero luego se quedo inmóvil, observando como ella bajaba del subte, empezaba a caminar por el anden y a perderse entre la gente, para no volver a verla nunca mas.
7 comentarios:
Celebro su retorno, celebro sus palabras, celebro sus relatos.
Gracias. Celebrar siempre esta bueno.
la linea de subte A es la mas "literaria" de todas. muy bueno! mas!
Claro que si. Sumaria a la B como otra linea inspiradora. Saludos.
Ojo con la E...tiene lo suyo.
Bello y triste y melancólico relato. Digno de UN VIAJE en subte.
Salut!
Siempre senti que la E era una linea media "apatica". Tendre que frecuentarla un poco mas.
aguante la C, gatoooooooooooooooo
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