Íntimamente
siento que fue la última visita de KISS.
El
paso del tiempo y los casi 40 años de rock and roll toda la noche no fueron
gratuitos. Hay cosas que se pueden caretear o disimular, pero si lo que entra a
fallar es la voz de Stanley, no hay mucho mas que se pueda hacer.
Y
con esta premisa, me encaminé a River. Entre la banda y los kisseros hay una
especie de guiño al momento del show. Se sabe que podemos pedir, y que no.
Con
todo esto, el show estuvo muy bueno.
Y
remarco lo de SHOW. KISS hace una
puesta para que nadie salga disconforme. El espectáculo está garantizado, y
sobre eso no hay mucho para decir. Pirotecnia, actuaciones, coreografías,
clásicos, todo lo necesarios para dejar conforme al fanático, y sorprender al
publico ocasional.
En
lo estrictamente musical, mi mayor sonrisa de la noche, fue ser espectador de
que KISS haya tocado 5 canciones de su último y reciente disco Monster (2012).
No
saben la alegría que me provocó esto. Para que nadie los tilde de ladris. Cinco
canciones (“Hell or hallelujah”, “Long
way down”, “All for the love of rock and roll”, “Wall of sound” y “Outta this
world”) que las canté a grito pelado,
dedicado a los que me rodeaban en el campo, que permanecian en silencio,
esperando seguramente “Lick it up”, o
“RNR all night”.
Pero
está todo bien.
De
los clásicos, sonaron bien “God of
thunder”, “Black diamond”, “Psycho circus” (gratísima sorpresa), y
debo decir que el solo de Thayer/Singer
fue muchísimo menos aburrido de lo que suelen ser .
Paul,
el líder, frontman total, con las limitaciones vocales indicadas, que hacen que
ceda un poco su lugar en el set-list, pero sigue siendo Paul Stanley.
Gene
mucho mejor vocalmente (paradójico), pero un poco apagado y agotado en escena, aunque
después se supo que estaba engripado esa noche.
Después
lo de siempre, clásico tras clásico, para alegría de todos.
No
sé si esta fue la última visita, y Monster
su último disco de estudio.
Pero
si así fuera, fue una despedida dignísima.